Beso de Singapur, ¿qué es?

¿Nunca has oído hablar del Beso de Singapur o “Pompoir”?

Si se nos pregunta qué podemos hacer para mejorar nuestra vida sexual, probablemente pensaremos en todos esos trucos que han terminado por convertirse en lugares comunes, como prolongar los preliminares, probar alternativas como el sexo oral o el anal, disfrazarse de alguna cosa ridícula, incluso darse algunos “azotes” o atarnos con cuerdas o esposas.

Sin embargo seguro que no nos paramos a poner en práctica algunas técnicas milenarias como la del pompoir y su variante árabe, el kabazza.

El sexo tiene que ver con la fricción, y de ahí la obsesión que muchas mujeres –y hombres– tienen por el tamaño de los penes. Se entiende que, a más tamaño (preferiblemente grosor a longitud), mayor será la satisfacción.

Dicho pensamiento se encuentra en la base del conocido como pompoir o, más poéticamente, el beso de Singapur (o, de forma más elusiva, el toque de flauta).

¿En qué consiste?

Se trata, básicamente, de una técnica sexual en la que la mujer utiliza su vagina para estimular el pene del hombre como si lo estuviese succionando.

De ahí su nombre “pompoir”, que en francés sería algo así como “chupadora”. La vagina produce un efecto semejante al de la boca durante el sexo oral. En lugar de moverse cabalgando o embistiendo, la pareja permanece quieta y ella utiliza el músculo pubocoxígeo para estimular la erección masculina, lo que se traduce en orgasmos más intensos tanto para él como para ella.

No se trata de una técnica nada sencilla, y aunque algunas mujeres nacen con la habilidad natural de realizar estos movimientos musculares, muchas tienen que entrenarse para conseguirlo.

pareja en la cama

Un largo camino hacia el placer

Al parecer, la tradición nació en la India hace más de 3.000 años, y de ahí se extendió a otros países orientales como Tailandia o Japón.

Parte de la educación de algunas geishas, se centra en desarrollar esta técnica, así como la de las Devadasis indias proscritas desde el año 1988. De hecho, existe una variación conocida con el nombre de kabazzah, y en la cual participan también los músculos del abdomen. La fijación de algunas celebridades por las prácticas sexuales orientales como el sexo tántrico, han devuelto al “pompoir” a la actualidad amatoria.

La posición ideal para practicar esta técnica es aquella en la que la mujer se sitúa encima del hombre, puesto que es ella la que marcará el ritmo y la intensidad del encuentro sexual, aunque también puede practicarse de lado. Es más, resulta necesario que el hombre se encuentre en una posición absolutamente pasiva, ya que el movimiento debe ser sutil.

Es necesario que la vagina se encuentre dilatada humedecida, y para facilitar su movimiento. Y toda la responsabilidad se encuentra, por una vez, en el lado femenino, que decide a qué ritmo se realiza el acto.

Esta técnica no sólo permite al hombre tener orgasmos más intensos y duraderos, sino que puede provocar que la mujer experimente los tres tipos de orgasmos posibles: el vaginal, el del clítoris y el menos habitual de todos ellos, el del útero. En ocasiones, la contracción de la vagina se produce de forma natural cuando una mujer experimenta el clímax.